Futuro, ¿cuál?
No es que esté en mi fase ascética -que la he tenido. Baste recordar a Paramahansa Yogananda y mis años siguiendo su filosofía de vida-; ni tampoco en mi etapa esnobista -que también he padecido. Y recuerdo mis años de loca juventud cuando fui hippie,andaba medio rapada y bailaba en competencias en los parques-. Se trata de algo serio: la salud del planeta. Ya sé que suena a lugar común, a causa de señoras sin ocupación, a greenpeacistas sin oficio ni beneficio... en fin, a lo que ustedes quieran. Pero mi preocupación es real.
Hace unas pocas semanas, con casi 40 grados de fiebre y temblando como una hoja, mientras esperaba que Cristián regresara con Mariana del médico -ella también estaba bastante enferma-, me puse a contar carros. No es que pretendiera dormir y sustituyera ovejitas por carros. No. Es que de repente me di cuenta, entre temblor y temblor, de que la mayoría de los carros que pasaban frente a mí iban solo con una persona, con el conductor. En fin, para no ser pedante en demasía: de 100 carros que conté en total, uno tras otro, sólo 15 carros llevaban más de una persona. Y estoy hablando de Iowa City, una pequeña ciudad del Midwest norteamericano con poco más de 60 mil habitantes; estoy hablando además de una zona de la ciudad que no es particularmente transitada.
La cifra es alarmante: el 15% de los carros solamente llevaba a alguien más aparte del conductor. No sólo es alarmante. Es ofensivo. El barril de petróleo pronto llegará a los 100 dólares; se espera que para el próximo verano, la gasolina en Estados Unidos alcance un precio históricamente alto: cinco dólares por galón. Ya hay una guerra por el combustible, la de Irak. Estados Unidos, al no tener reservas naturales de petróleo, se ha dedicado durante años a "enterrar" petróleo en ciertas partes del país para tiempos de crisis.
No quiero tirar palabras al aire. No voy a filosofar sobre el asunto. Solo repito la cifra: solo 15 de 100 autos llevaba más de una persona a bordo. Y pregunto, ¿podemos hablar del futuro?
No es que esté en mi fase ascética -que la he tenido. Baste recordar a Paramahansa Yogananda y mis años siguiendo su filosofía de vida-; ni tampoco en mi etapa esnobista -que también he padecido. Y recuerdo mis años de loca juventud cuando fui hippie,andaba medio rapada y bailaba en competencias en los parques-. Se trata de algo serio: la salud del planeta. Ya sé que suena a lugar común, a causa de señoras sin ocupación, a greenpeacistas sin oficio ni beneficio... en fin, a lo que ustedes quieran. Pero mi preocupación es real.
Hace unas pocas semanas, con casi 40 grados de fiebre y temblando como una hoja, mientras esperaba que Cristián regresara con Mariana del médico -ella también estaba bastante enferma-, me puse a contar carros. No es que pretendiera dormir y sustituyera ovejitas por carros. No. Es que de repente me di cuenta, entre temblor y temblor, de que la mayoría de los carros que pasaban frente a mí iban solo con una persona, con el conductor. En fin, para no ser pedante en demasía: de 100 carros que conté en total, uno tras otro, sólo 15 carros llevaban más de una persona. Y estoy hablando de Iowa City, una pequeña ciudad del Midwest norteamericano con poco más de 60 mil habitantes; estoy hablando además de una zona de la ciudad que no es particularmente transitada.
La cifra es alarmante: el 15% de los carros solamente llevaba a alguien más aparte del conductor. No sólo es alarmante. Es ofensivo. El barril de petróleo pronto llegará a los 100 dólares; se espera que para el próximo verano, la gasolina en Estados Unidos alcance un precio históricamente alto: cinco dólares por galón. Ya hay una guerra por el combustible, la de Irak. Estados Unidos, al no tener reservas naturales de petróleo, se ha dedicado durante años a "enterrar" petróleo en ciertas partes del país para tiempos de crisis.
No quiero tirar palabras al aire. No voy a filosofar sobre el asunto. Solo repito la cifra: solo 15 de 100 autos llevaba más de una persona a bordo. Y pregunto, ¿podemos hablar del futuro?
1 Comments:
Vivimos cada vez más individual e inconcientemente, nuestras necesidades se convierten en el centro del universo en las sociedades actuales(en cualquier parte del planeta,incluso por muy democráticas que sean);nos incitan cada vez más al consumo y a creernos únicos, lejos de promover ideas e iniciativas que nos permitan interactuar y compartir con los demás. No interesa a los gobiernos, no interesa a las compañías de coches... no interesa todo aquello que pare el tintinear de las monedas constantemente. Y al final terminaremos desgraciadamente como el antílope dorado. Recuerdas? Como olvidarlo! Dichosas nosotras que aprendimos esas lecciones desde pequeñitas.
Yudy
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