суббота, июня 02, 2007




Uno puede, visto desde afuera, no tener ningún motivo para estar triste. Uno puede tener la mejor de las vidas que imaginó jamás, poderse sentar y mirar y decir: bueno, estoy aquí. -Y ese aquí puede tener significados muy distintos para cada quien. Pero básicamente estar aquí significa estar vivos y tener motivos para seguir vivos. Tener incluso algún que otro sueño oculto e inconfesable por realizar. Y a pesar de todo eso, uno puede ser, puede estar, endemoniadamente triste. Porque no hace falta realmente ningún motivo en especial para la tristeza. Puede ser la cosa más invisible, lo más soterrado, un gesto del otro, un atardecer que se nubla, una carta que no llega a tiempo. O nada de esto. O todo esto y mucho más. Pero la gente no sabe. A veces ni uno mismo sabe bien qué. Y se está triste. Terriblemente. Con unas ganas de esconderse debajo de una manta, en algún rincón y no oír, no saber, no hablar, no existir.
Yo tengo muchos motivos para ser feliz. Mi Carmen acaba de tener una cirugía que me tuvo en vilo durante mucho tiempo, y todo salió bien. Mi Mariana se recupera de un estreptococo en la garganta y sus vacaciones están a la vuelta de dos días. Yo gané una beca para estudiar ruso en el verano, empiezo el lunes 4 de junio; conseguí un trabajo en el Departamento de Danza, donde luego de utilizar mi "poder de gestión", logré que me paguen no sólo lo justo, sino además, decentemente. Acabo de terminar -y muy bien- el primer año de Doctorado y posiblemente en unos cuantos meses más logre hacer los exámenes y estar lista para comenzar con la disertación. Tengo amigos leales: Darenis, José, Silvia, Ruth, Mandy, Normy, Alfre y Yis, mi querida Laura, Carmen, Fabi... Mis problemas económicos se van pagando cada mes, como corresponde, y al menos, tenemos para pasar el verano. Cristián ganó una beca para escribir su tesis en estos meses. Mi mamá sigue estando conmigo y aliviando, en mucho, mi vida. El apartamento en el que vivimos es agradable, espacioso, cómodo; el barrio, tranquilo, seguro. Incluso tenemos internet inalámbrico gratis. Solo nos sobresaltamos a veces cuando el cielo negrea y amenaza tornado. El pan me sale cada vez mejor, y he intentado, incluso, recetas un poco más atrevidas que han salido muy bien, tanto, que el pan no llega a enfriarse: se acaba al momento.
En fin, podría seguir enumerando todas las razones, hasta las más pequeñas, hasta las más íntimas, que tengo para ser feliz. No podría, en cambio, mencionar tan solo una de las cosas por las cuales soy infeliz. Y a pesar de todo, estoy triste.
No sé si es esta vocación sempiterna por la amargura, o la tristeza, o la melancolía, o la nostalgia. Ahora no hay invierno al cual echarle la culpa. Incluso hasta el clima es favorable en estos días. En realidad no hay nada que pueda culpar. Todo es tan perfecto que hasta creo que fastidia. O puede ser que aquí todo es apariencia: las casas son de cartón, las personas son tan políticamente correctas que pese a joderte la vida, lo hacen con una sonrisa en los labios, dándote un abrazo y preguntándote por la familia y por tus planes. Esta no es mi casa.
Ni siquiera tendría que escribir todo esto: no me interesa contárselo a nadie -bueno, casi nadie visita este lugar, en realidad: ni el virtual ni el real-. Tampoco tengo energías para cambiar el estado actual de las cosas. Tampoco tengo fuerzas para modificar nada, pero sobre todo, no sabría qué modificar.
La lejanía del mar me aplasta, literalmente. En Belice, cuando me sentía mal iba a la orilla del mar, a una playita que se llama Miami Beach y que de Miami y de Beach tenía tanto como yo de cosmonauta. Aquí, ya lo he dicho, no hay mar. Sin embargo, es una ciudad bonita. Me gusta este lugar.
Ahora voy a ver una película que habla sobre las pérdidas, sobre la tristeza de las pérdidas: утомлённое солнцем (Burnt by the Sun). La veré por segunda vez. Luego les contaré.

pd. La foto de este posteo me la mandó hace mucho tiempo mi amigo Jorge Andrade, desde Cancún. Es el interior de un carro viejo que su familia tuvo en su patio por mucho tiempo.

6 Comments:

Blogger Diego Zúñiga said...

Es muy lindo eso de que sabes todos los motivos por los que deberías estar feliz, pero no sabes por qué estás triste. Es lindo, porque de alguna manera llegará el momento donde esta tristeza, que suele ser pasajera, se vaya y así podrás disfrutar de todos esos motivos que te debieran hacer feliz. Aunque claro, hay veces donde la tristeza llega y no se va, y bueno, hay que jugar a pensar que se va, o algo asi... o quizá seamos personas condenadas a la tristeza y que de vez en cuando podemos olvidarla, no sé... hay días donde creo que la tristeza es muy bella, es dura, pero es muy bella y eso me emociona, y no tengo idea por qué.
En fin.. que notable que empieces a estudiar ruso, en realidad que envidia. Disfrútalo mucho!
Eso. Me despido, no interrumpo más. Saludos.
Suerte.
Posdata: una confesión: siempre me han intrigado las parejas de los artistas, o en realidad, las parejas de los escritores, no sé... el tema me perturba, algún día espero escribir algo sobre eso, no sé si una novela o algo de no-ficción, pero como que hay algo en esa figura de la pareja que me parece muy interesante, aunque es probable que yo tenga una visión algo idealizada, porque siempre he pensando que esas personas que son parejas de gente que se dedica a escribir, de alguna manera, son personas que tienen que dejar muchas cosas de lado, incluso, llegar a desplazarse por amor, y no sé, eso me parece bellísimo pero también terrible... no sé, como te digo, tal vez estoy equivocado o lo mejor estoy idealizando, en fin, ahora sí me largo.
Eso. Gracias por el tiempo.
Saludos

3:40 AM  
Blogger Juana la loca said...

Diego: gracias por pasar por acá. La tristeza puede ir o venir, o estar. El asunto es aprender a convivir con ella. Hoy estoy más tranquila, o al menos, con un motivo de preocupación real: mañana empiezo mi segundo año de ruso, con una profesora rusa -del mismo pueblo de donde era Stalin-, que además, dio clases de ruso en Cuba en alguna época de su vida -la profesora, por supuesto. Y eso me tiene un poco aterrada. No sé si recuerde todo lo que he estudiado en este año que acabé hace poco. No sé si logre rendir lo suficiente. Es como un miedo casi infantil o adolescente: es el mismo miedo que sentí, por ejemplo, cuando en el primer año de universidad, el primer día, mi papá me dejó con mi maleta en el dormitorio de la Universidad y yo sólo atiné a mirar por la ventana del piso 12 donde iba a vivir y mirar al mar y echarme a llorar. Tenía tanto por delante, y me daba tanto miedo no poder rendir, no poder sacar las cosas. Es el mismo miedo. Pero bueno, mañana está a unos pocas horas y como dice mi mamá: no hay plazo que no se cumpla. Sólo espero poder hacerlo todo bien, aprender lo suficiente. Me había propuesto estudiar algo en estos días, pero la operación de mi bebé me ha tenido muy enferma, literalmente.
Ahora, con respecto a las parejas de los escritores y todas esas cosas, supongo que estás idealizando un poco el asunto. No creo que nadie sea distinto por lo que hace, sino por lo que es, cómo es su personalidad, cuáles son sus manías, etc. Si te interesa el tema, podríamos hablarlo en privado. Pero lo mismo es ser escritor, que mecánico, que periodista, que diplomático, o que sencillamente, no tener una profesión fija. Aunque suene egoísta, creo que cada uno busca lo que el otro puede darle a uno y solo a uno, y no al resto de la humanidad. Bueno, saludos, debo ir a dormir -que eufemismo para nombrar mis insomnios!-. Un abrazo y gracias por pasar por acá. Ya iré por tu sitio en estos días. También quiero poner un posteo sobre la película que vi.

10:08 PM  
Blogger IvanDariasAlfonso said...

Damaris:

En primer lugar, creo que se puede convivir con la tristeza. Darle tiempo, algo de confianza, y aprender paulatinamente a aceptarla, tratar de que no se convierta en una cuestión demasiado traumática, en una aparición imposible de superarse. Creo que se trata de darle la bienvenida antes que cerrarle la puerta de golpe. Supongo que así, ella también aprenda y pierda quizá esa esencia destructiva que siempre la rodea.
¡Felicidades por tantas buenas noticias! Te entiendo, son razones para estar feliz, pero también y quizá por eso que muchos llaman la inconformidad, uno nunca está muy satisfecho que digamos.
Para mí la felicidad está en pequeños momentos, instantes que también van formando la vida, la experiencia cotidiana, instantes en los que también la tristeza influye.
А я очен рад, странно что ты хочешь сейчас изучать Русский Язык но желаю тебе успехи!

Ivan

4:33 AM  
Blogger Juana la loca said...

иван
я не знала что ты говорил по-русскии как хорошо. De todos modos, mi nivel de despiste es tan grande que las clases no comienzan sino hasta "zaftra"! Por tanto: fui por gusto hoy por la mañana. En fin.
Supongo que todos cargamos, por motivos muy diversos, con algo de tristeza, sin que ello, necesariamente nos convierta en seres amargados o resentidos. Además, creo firmemente en que cierta dosis de tristeza es buena, para compensar otras muchas cosas. Y creo, como tú, que lo que nos hace feliz son cosas casi imperceptibles y no las grandes metas o los grandes logros únicamente. Bueno, espero que tu ruso siga mejorando. Un beso y mi cariño, dpa

1:03 PM  
Blogger i said...

a mejorado el tiempo y tu ánimo, ¡que bueno!. Me alegro que tu hijita más pequeña esté con "el problema resuelto" es muy gratificante saber que tendrá mejor salud. Aproveché de visitar tu blog ahora que casi estoy terminando mi pega. Fuerza y ánimo con lo que se viene.

9:31 AM  
Blogger Pedro Montealegre said...

Te lo digo a ti también, me alegra de que entre los motivos que tengas para estar feliz esté la salud ganada y alegría de tus hijas. Estar feliz con las cosas que uno tiene es el mejor aliciente para luchar -cuando se tienen energías- contra lo que intenta quitártelo.

12:02 AM  

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