Paranoia o inseguridad esencial:

Cuando uno empieza a mirar a todo el que entra al café donde uno intenta prepararse lo mejor posible para un examen de teoría literaria -un café, dicho sea de paso, donde los dueños son amigos y lo tratan a uno con amabilidad y hasta le regalan uno que otro dulce; un café, dicho sea de paso, lleno de estudiantes y de gente leyendo, escribiendo, trabajando intelectualmente; un café, dicho sea de paso, agradable, con mesas cómodas, con un ambiente acogedor y una música lo suficientemente baja como para que uno se pueda concentrar sin mayor esfuerzo; un café cualquiera en una calle tranquila, en una ciudad pequeña-, cuando uno empieza a sospechar de todo el mundo, como si la próxima persona en entrar trajera un AK bajo el abrigo, o una pistola, lo mismo da, entonces puede decirse que uno está volviéndose paranoico. Y no puedo evitar pensar en los irakíes, por ejemplo: cómo se puede vivir pensando que en cada momento va a explotar una bomba donde menos uno se lo espera. Cómo se puede vivir cuando la amenaza está en todas partes. Vivimos en la sociedad del miedo.

pd. La foto no tiene nada que ver, pero ¿a poco no está buena? En última instancia, es la belleza -y la capacidad de producir belleza- lo que nos salva.