пятница, апреля 06, 2007


Réquiem por la primavera.

Cuando ya empezaba a disfrutar de los días templados y había regresado a mí cierta alegría primaveral, el invierno ha dado la vuelta y ha regresado por donde mismo había emprendido la ida. Nada, que ahora estamos con 19 F (que en realidad se traducen a 12 grados C bajo cero por aquello del windchill). Afortunadamente, no había tenido tiempo de empacar la ropa de invierno, divino ritual de cada temporada: por eso -entre otras cosas- prefiero el Trópico: una se la pasa todo el año con la mismo ropa sin necesidad de guardar y sacar cada unos pocos meses: menos trabajo; también, menos ropa en todos los sentidos. Lo peor no es ni siquiera el tener que volver a convertirnos en cebollas, forrados de capas sobre capas, sino que uno se va haciendo a cierta idea del calor, de disfrutar el exterior después de tantos meses de encierro, y esa mezcla entre la temperatura agradable: ni mucho frío ni excesivo calor-, más la proximidad del fin del semestre, me hacen olvidar por ratos todos mis agobios: las noches sin dormir, los trabajos por entregar, los montones de cosas por calificar, la entrega de notas... Este verano, además, tengo el segundo año de Ruso esperando por mí, y tengo muchas ganas de tener tiempo suficiente para estudiar, para no tener que pensar en nada más -académicamente hablando- que no sea en aprender algo más de la lengua de los "bolos". Quedan apenas cuatro semanas de clases; de invierno, no lo sé. Aquí, al parecer, nunca se sabe cuándo llegará la primavera y la marmota este año nos engañó sin piedad alguna.